
Un simple movimiento de muñeca antes de tiempo puede costarte muy caro.
Te estarás preguntando cuál es ese secreto tan especial que te hará parecer un gurú del vino si es que consideras que aún te queda mucho por aprender. Los autoproclamados expertos pueden dejar de leer este email, o quizás deban seguir leyendo también, nunca se deja de aprender.
Nos estamos refiriendo al momento de catar un vino, ese momento previo al éxtasis cuando cogemos la copa por primera vez tras servirnos el vino. En ese preciso momento, hay dos tipos de personas: las que agitan la copa antes o después de oler el vino.
Cierto es que hay quien va directo al grano y se salta la fase olfativa y prefiere probarlo sin contemplaciones, pero vamos a suponer que eres un candidato a «experto» y decides ir paso a paso, sirves, coges la copa y ¿Qué haces?
La importancia de oler antes o después tiene que ver con los posibles defectos del vino. El vino no deja de ser resultado de un proceso de fermentación de la uva donde las condiciones en las que se desarrolla pueden dar lugar a problemas que acaben por reflejarse luego en el vino resultante como olores desagradables producidos por la Brettanomyces, una bacteria que genera, entre otras cosas, un olor penetrante que se asocia al olor a cuadra, cuero sucio o incluso, ¡sudor a caballo!
Así mismo, durante el proceso de elaboración el vino entra en contacto con diferentes elementos como, por ejemplo, las barricas o el propio corcho, que pueden estar contaminados con el llamado TCA, un componente que transmite al vino un olor como a corcho o humedad.
Y ahora viene la importancia de agitar o no antes de oler. Si cuando sirves el vino lo primero que haces es agitar como loco, algunos incluso con afán de postureo expertil, lo que estás haciendo es camuflar esos aromas desagradables producidos por una posible contaminación con el resto de aromas del vino, por lo que si no estás muy entrenando te lo pondrás más difícil en los casos en los que la contaminación del vino no esté muy acentuada y acabaras pagando y bebiéndote un vino que, por poco que sea el defecto, no estará igual a como debería estar ni su calidad será la misma.
Ahora ya tienes el conocimiento suficiente para decidir si agitas o no antes de darle a la muñeca como si no hubiera un mañana. Simplemente oliendo el vino segundos antes y asegurándote de que huela limpio, de que tiene los aromas de fruta propios del vino que estás tomando te ahorrarás muchas decepciones y te evitarás quedar mal ante tus invitados con un vino que no sabes muy bien que le pasa.